En 1829, el escritor y diplomático norteamericano Washington Irving hizo el camino entre Sevilla y Granada, Cuentos de la Alhambra, ciudad donde llegaría a residir algún tiempo. Quedó tan fascinado por las tierras andaluzas que escribió una obra famosa, y el prototipo del viajero romántico, impulsor, además, de una imagen “exótica” de Andalucía que lo ha sobrevivido.
Una ruta sigue ahora los pasos de Irving a lo largo de 250 kilómetros. La A-92 es hoy la vía principal que une Sevilla y Granada, las dos ciudades entre las que discurrió el trayecto del norteamericano. Una alternativa a la comunicación por carretera es el tren que conecta ambas capitales, en un trazado prácticamente paralelo al del asfalto. Pueblos en medio de la campiña, villas al pie de alcazabas, castillos y un considerable patrimonio monumental jalonan la ruta. En la Edad Media, estas tierras constituían una importante vía comercial entre el reino nazarí de Granada y los dominios cristianos.
Además de Sevilla y Granada, Alcalá de Guadaíra, Osuna, Archidona o Fuente Vaqueros son algunas de las localidades por las que transcurre el itinerario. En ellas, el caminante podrá encontrar desde una extraordinaria selección de arquitectura hispano-musulmana hasta obras mudéjares y barrocas.
Entre las muestras artísticas del camino se encuentran la Giralda, el Alcázar de Sevilla, la Alhambra, la mezquita de Archidona o los baños, en excepcional estado de conservación, de Alhama de Granada.
Las tierras del aceite de oliva virgen extra ofrecen potajes y guisos, gazpachos, chacinas y una amplia variedad de hortalizas. Y para irse con buen sabor de boca, imprescindible probar sus dulces: polvorones, roscos o alfajores. Seguro que a Irving también se le hizo la boca agua.