El valle de Boí es santuario monumental y paisajístico. Las ocho iglesias y la ermita, que celebran cada 29 de noviembre su declaración por la Unesco como patrimonio mundial, son variaciones de un mismo estilo lombardo geometrizante, harto característico por decorar la cornisa superior de los ábsides con bandas, arquillos ciegos y frisos en diente de sierra.
Siempre agrada la presencia de coquetos cementerios en los que las cruces se imponen a las lápidas. Primordial resulta Erill la Vall, por el exquisito campanario de Santa Eulalia y su Centro de Interpretación del Románico. A media ladera se halla San Clemente de Taüll, la Capilla Sixtina del románico catalán, presidida por la réplica del pantocrátor, con plasticidad y tonalidades mayestáticas.
Por si fuera poco, este valle, que recupera con el frío la presencia de los animales domésticos, es puerta del parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. No se permite la entrada en vehículos privados, pero frente a la Casa del Parque, en Boí, está la parada de taxis.
Tras orillar el lago Llebreta, el bosque de La Horquera se pinta de vistosas tonalidades. Ya en los meandros de Aigüestortes, es muy recomendable caminar una hora larga hasta el refugio y el lago Llong, regalo depositado en el regazo de un valle glaciar por el que es fácil ver estos días a los rebecos machos en celo correquetepillo. Las aguas parecen adquirir una tranquilidad mineral junto al bosquete de pino negro. Un lugar para enmarcar.
Más información| Turismo de Vall de Boí, Centre del romànic, Parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, El Xalet de Taüll