La actividad geotérmica de las profundidades se hace visible en la superficie con la aparición de más de un centenar de fuentes termales. Los habitantes de Budapest las han aprovechado desde tiempo inmemorial, y unirse a ellos en los baños públicos es una experiencia obligatoria si se visita la ciudad.
Hay opciones de todo tipo y para todos los gustos. En algunos se puede vivir la vida de barrio en edificios sin interés, pero en otros podemos sumergirnos en el tiempo y revivir la época de dominación de los turcos o disfrutar de la arquitectura del estilo art nouveau.
Uno de los baños más antiguos es Rudas, construido hace más de 450 años por los turcos y famoso por su piscina octogonal bajo una cúpula con vidrieras. Király son también auténticos baños turcos, construidos en 1570; en los días reservados para público masculino se convierte en un centro de reunión de la comunidad gay.
Gellért (Kelenhegyi út) es lo más parecido a un palacio. De hecho estos baños forman parte de uno de los grandes hoteles de lujo de la ciudad, el Danubius Gellért, un edificio enorme frente al Danubio. Las piscinas, enmarcadas por columnas decoradas, proporcionan una experiencia entre palaciega y onírica.
Completamente diferente es Széchenyi, el Városliget (el parque de la Ciudad). Lo primero que llama la atención son sus piscinas al aire libre.Es genial sumergirse a 38ºC cuando está helando, aunque los momentos antes de entrar a las piscinas son algo “frios”. Una estampa muy usual es ver a gente discutir sobre partidas de ajedrez, una afición muy de la zona.