En los últimos años los brasileños han dado a conocer al mundo muchos de sus tesoros escondidos, como el Pantanal o la Chapada Diamantina. Uno de los últimos descubrimientos para los amantes de la naturaleza y el turismo activo es Jalapão, en el Estado de Tocantins.Un lugar lejos de todo. Y muy bien conservado.
En Jalapão abundan las altas mesetas de arenisca cortadas a pico. La vegetación es la típica del cerrado: una sabana arbórea y en ella puedes encontrar osos hormigueros, jaguares, emúes… Hay cuevas, cascadas, dunas gigantes y ríos.
La aldea de Ponte Alta es casi el último contacto con la humanidad antes de adentrarse en la Serra Geral, un mundo perdido de montañas de cima plana y paredes verticales que parecen flotar sobre el bosque . Bañarse bajo la cascada Formiga es como sentirse en el paraíso, parece difícil encontrar algo mejor.
Pero el Fervedouro lo es. Un manantial de aguas purísimas que surge entre la arena más blanca y fina que se pueda imaginar, que en el centro del mismo se transforma en una capa en suspensión sujeta por la fuerza del agua. Un sensación única, extraña, en un enclave mágico. Igual que contemplar la puesta de sol sobre la duna roja.
Y se llega al río Novo, por el que se desciende durante tres días en lanchas zodiac. Es un río tan ancho como el Duero en Zamora pero con un detalle peculiar: es de agua potable. Al final, se acaba llegando a la civilización. Y vuelta a la vida real.
Más información | Rutas 10, Jalapão Tocantis y Portal Brasileño de Turismo