Hubo una época, hace mucho tiempo atrás, que Zaragoza dependía de un río para sobrevivir. Casi toda ciudad -que se respetara en antaño- debía estar cerca de un río para lograr mantenerse tanto en la alimentación como en la salud. En el caso de Zaragoza ese río se llamó Ebro y hoy ya no es tan necesario, pero sí es un punto de encuentro de diversión y relajo para los que lo visitan.
Los habitantes de Zaragoza llegan a Ebro para participar de animados deportes o simplemente para disfrutar de la tranquilidad que reina alrededor. Por ejemplo, Galacho, ubicado a solo cinco kilómetros del centro de Zaragoza ofrece increíbles paisajes naturales que llaman la atención por su valor ecológico y cultural.
Llegar a Galacho es posible por la carretera, aunque muchos prefieren aventurarse a llegar a este lugar en el tren turístico “El Carrizal”, que ofrece una manera muy entretenida de viajar. Este tren opera casi todo el año, menos en la época de verano.
Otro punto importante para visitar en el río Ebro es sin duda el Canal Imperial de Aragón. Se trata de una obra de ingeniería que se terminó de construir en el siglo XVIII y tenía como objetivo ligar el mar Cantábrico con el mar Mediterráneo. Algo completamente alucinante en su momento.
El Canal Imperial de Aragón tiene 150 kilómetros y atraviesa casi todo Zaragoza y resulta un viaje muy provechoso para ver la fauna y flora que lo rodea. Además lleva al viajero por el pulmón de todo Zaragoza: el Parque Primo de Rivera, que cuenta con hermosos jardines, y espacios de gran tranquilidad y belleza natural.