Escondidos entre el humo de chimeneas y los funcionales edificios de las industrias, la ciudad asturiana guardaba un casco antiguo que ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico Monumental.
Avilés ha vuelto a mirar al turismo cara a cara. Lo ha hecho con la recuperación medioambiental de su ría y su zona antigua y con un ambicioso proyecto que pretende convertirla en referencia de la transformación de Asturias: la Isla de la Innovación, que guarda en su mismo corazón un ambicioso proyecto, el Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer, obra del famoso arquitecto brasileño.
De hecho, aunque la inauguración está prevista para el año 2010, los que se acerquen a Avilés podrán ya disfrutar de las actividades que ha empezado a organizar.
La mejor forma de recorrerla es a pie, desde donde se podrán apreciar, por ejemplo, los soportales más famosos del Principado, los ubicados en la calle Rivero y la calle Galiana. El barrio de pescadores, las iglesias vieja y nueva de Sabugo, el palacio de Camposagrado…
Como ciudad que ha aprendido a convivir con realidades y economías muy diversas, Avilés va de la ciudad histórica a la moderna en el mismo lugar.
Una última recomendación: sus esculturas callejeras. La del marino Pedro Ménendez, fundador de la primera ciudad de Estados Unidos, San Agustín o la de La Foca, homenaje a un ejemplar muy sociable que llegó al puerto avilesino en 1950. Esculturas que construyen, juntas, las estampas vitales de una ciudad que ahora se prepara para estrenar nueva imagen.