Un importante puerto comercial y el atractivo turístico de sus canales son a la vez, los pilares económicos de este lugar, y lo que amenaza con convertirla en un museo.El aluvión turístico encarece los precios y expulsa a sus habitantes: cada año 2.000 venecianos la abandonan. Además, el hundimiento literal de la ciudad reclama medidas medioambientales urgentes. Comprar en la ciudad es muy caro: tomar un refresco en la zona del puente de Rialto cuesta entre tres y seis euros. El Café Florian de la plaza de San Marcos cobra por un chocolate caliente con nata 9,5 euros. Esto propicia el turismo de “paseo fugaz” por la “Sereníssima”.
Antes de que sea demasiado tarde, hay que visitar esta bella ciudad. La mejor manera de recorrerla para muchos es a pie, atravesando sus más de 400 puentes para moverse entre las islas, ya que las distancias son cortas. Pero observar la ciudad desde los canales es un plan casi obligado y, por esta razón, los precios pueden ser abusivos.
En el camino que lleva a la plaza de San Marcos, la estación de trenes o Rialto, los gondoleros se pelean por ofrecer a los turistas un paseo, el precio es libre y depende también del estado de la góndola.
Un paseo de 25 minutos puede costar alrededor de 70 euros. Conviene usar el regateo y no precipitarse. Para los buenos negociadores, el mejor precio por una góndola bonita es de 60 euros por 25 minutos. Una sencilla puede pactarse por 80 euros los 50 minutos. Por otra parte, hay gondoleros que ofrecen serenata en el recorrido.
El viajero elige.
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