No piensen mal. No son descargas para aquel turista rezagado que se ‘olvida’ de que la catedral va a cerrar. En realidad están preparadas para las palomas y las gaviotas. Por lo visto, la corrosión que producen los excrementos de estas aves estaban poniendo en peligro algunas partes de la fachada del edificio.
La solución: instalar un sistema eléctrico en cada una de las esculturas y ornamentos de la parte exterior de la catedral barcelonesa que, precisamente, hace varias semanas ha vuelto a ‘asomarse’ a la ciudad después de cinco años de intensos trabajos de restauración, financiados por el propio Cabildo catedralicio, el Ayuntamiento de la ciudad, la Generalitat catalana, donaciones particulares y el precio de la entrada para visitar el recinto (5 euros).
Con un coste aproximado de unos 13 millones de euros, era lógico que se cuidara ‘in extremis’ evitar que palomas y gaviotas continuaran posándose en zonas de un limpio inmaculado. Desde el Cabildo se asegura que las descargas son ‘flojas’ y que no hacen daño, únicamente las asusta .
Mientras se estudia si la medida tiene el efecto deseado, los trabajos de reforma continúan, en este caso, tanto en el cimborrio como en el pináculo de hierro, desmontado pieza a pieza, que también había sufrido un proceso de oxidación. Otros dos años habrá que esperar para que la Catedral de Barcelona, que comenzó a construirse en el siglo XIII, pueda ser contemplada en todo su esplendor.
De todas formas, me pregunto si para ‘despistar’ a las aves, no hubiera sido mejor utilizar otros métodos menos drásticos, por ejemplo mediante ultrasonidos. ¿No lo creen?.
Vía|ABC
Más info|Ahuyentando palomas en el Ritz