Una mezcla de colores, aromas y sentimientos albergan a Dakar, la capital de Senegal. Se trata de una ciudad de contrastes donde sorprenden los colores intensos y alegres de la ropa femenina y que se fusionan con las llamativas tonalidades de las casas de las calles.
Son estas fachadas las que llaman la atención de cualquier visitante. Eso es lo pintoresco de la urbe. Pero si nos animamos a salir del asfalto y viajamos hacia las afueras de la capital nos encontraremos con muchas cosas interesantes.
Una de ellas es sin duda la isla Gorée, a la que se llega gracias a un ferry y donde se traficaban con esclavos en tiempos antiguos. Este lugar fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Histórico de la Humanidad. La arquitectura colonial salta a la vista. Nos daremos cuenta que pululan las historias de gente cuya familia fue esclavizada. No podemos dejar de visitar la Casa de los Esclavos, creada en 1776, principal lugar donde se comercializaba con gente de color.
Asimismo, a unos 30 kilómetros, podemos encontrar el lago Rosa de Retba cuya coloración en cambiante según la intensidad de los rayos solares. Sus tonalidades pueden variar desde un tímido y pálido rosa hasta uno más fuerte e intenso. En los alrededores de este lugar hay sitios donde se puede almorzar y después de eso, visitar la llegada del famoso Rally París-Dakar.
Además, se puede conocer la reserva de Bandia, donde existe una gran diversidad de flora y fauna o el pueblito llamado Joal Fadiouth. Una zona donde se encuentra la casa del ex presidente y poeta Leopol Sedar Seghor.
Paisajes conmovedores, historia y naturaleza son algunas de las cosas que podemos encontrar al visitar Dakar.