¿Espectacular, no creen?. Es una de las escaleras más famosas del mundo. La ideó y construyó el arquitecto austriaco Jakob Prandtaauer para la abadía benedictina de Melk (Austria). La espiral conduce hasta la sala del Emperador y la biblioteca que atesora ejemplares únicos y algunos incunables. Por esta escalera paseó Adso de Melk, uno de los personajes centrales de la novela ‘El nombre de la rosa’ de Umberto Eco.
Eco se inspiró en esta abadía y en su biblioteca para su obra que le otorgó fama universal, como también la obtuvo este enorme claustro fundado allá por el año 1089, después de que Leopoldo II se lo cediera a estos monjes para que construyeran un monasterio. Con el paso del tiempo, la abadía se transformó en un centro privilegiado para el estudio. Tanto es así que cultivó el saber durante aquellos siglos en forma de libros.
Más de 100.ooo volúmenes de lectura, 1.200 manuscritos del siglo IX al siglo XV, 600 manuscritos de los siglos XVII y XVIII, y 750 incunables conforman un legado bibliográfico y patrimonial dificilmente superable. Parte de esta importantísima recopilación es consultado por filológos, y los alumnos que reciben clases en la abadía.
La biblioteca, además, es una de las estancias más visitadas por los turistas, donde destacan dos extraordinarios mapamundi, y los frescos realizados por el pintor Troger. Junto a esta sala, y tras contemplar el Cristo de Melk, de 1365, pieza única en orfebrería, llegará hasta el Salón de Mármol, con frescos de Troger y Fanti, y de ahí a la iglesia.
De una sola nave, destacan el extraordinario retablo barroco dorado realizado por Beduzzi, y la espectacular cúpula que corona el edificio.
La abadía de Melk, enclavada en un promontorio bañado por las aguas del Danubio, aparece majestuosa, dominando el valle de Wachau.
Vía|Wikipedia
Más info|New York Times