En antiguas tierras vikingas se alza este imponente castillo. Residencia veraniega del rey Christian IV durante el siglo XV, atesora a buen recaudo las joyas de la corona. El edificio está situado en Copenhague. La capital danesa es lugar de tradición monárquica.
Para desvelar los misterios de los monarcas que allí residieron, la visita al castillo es punto obligado de encuentro. Su proximidad al centro de la ciudad la han convertido en uno de los edificios más fotografiados por los turistas que visitan el pais de los tulipanes. De hecho más de dos millones y medio de personas, suelen acceder anualmente tanto al edificio como a sus cuidados jardines.
Construída a base de ladrillo rojo y gris, constituye una de las representaciones más fieles del estilo neerlandés que tuvo su mayor auge durante los siglos XV y XVI, y forma parte de la riqueza patrimonial de la ciudad. Por sus dimensiones y estructura, funcionó durante años como residencia de verano de la familia del rey Christian y sus descendientes, aunque un siglo después, quedó inutilizado.
Desde el siglo pasado, Rosenborg, renunció en parte a su ‘status monárquico’ para abrirse al pueblo. Sus habitantes se lo agradecen. En su interior, auténticos tesoros. Valiosísmas joyas propiedad de la corona que han sido atesoradas en sus galerías subterráneas durante tiempos inmemoriales, y que pueden ser contempladas por ojos ajenos.
Vía|Wikipedia
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