Entrar en este palacio portugués es como parar el tiempo. Así lo aseguran algunos de los visitantes que han tenido la fortuna de experimentar algo inolvidable. La Quinta da ‘Regaleira’, es un ‘regalo’ para los sentidos.
Curiosamente este enigmático palacete, ‘pasa de largo’ para muchos turistas que, ni siquiera, conocen de su existencia. Es como si quisiera ‘esconderse’ de la muchedumbre para seguir manteniendo este halo misterioso que lo envuelve. Sintra, localidad donde se halla la Quinta, tiene suficientes atractivos por sí sola como para sustituir esta visita, pero ya que se han desplazado hasta esta bella población, sería imperdonable, no ‘echar un vistazo’ a este lugar.
Antes que nada, varios consejos: uno, absténgase los muy miediosos o impresionables. No es broma. Los vericuetos de sus pasadizos, grutas y paseos solitarios, la hacen proclive , más si viajan solos, a ‘encuentros’ desagradables, (en realidad, otros turistas ,como usted, inspeccionando la zona más recóndita del palacio, pero que suelen dar más de un susto). Pero si lo que busca son experiencias fuertes, llámese místicas, iniciáticas o simplemente pasar un rato único, la Quinta da Regaleira, es el sitio idóneo.
El otro consejo, si ya se ha decidido a entrar en este ‘país de las maravillas’, lleve una linterna. Fundamental para escudriñar sus angostos y oscuros pasillos, especialmente cuando acceda al Pozo Iniciático, en el que Carvalho Monteiro, (excéntrico millonario brasileño, dueño de la casa), y Luigi Manini, (arquitecto italiano) dieron rienda suelta a la imaginación más portentosa.
Y es que, pasear por el palacio es como entrar en un juego iniciático donde el esoterismo y la magia se unen al arte creando una fantástica combinación. Para acceder al famoso pozo, hay que encontrar la puerta, disimulada por una piedra. Luego, la sorpresa. La torre invertida está formada por nueve plataformas en espiral, que puede subir al cielo o bajar a los infiernos (cumpliendo con otro de los ritos iniciáticos, y en clara alusión a la ‘Divina Comedia’ de Dante). La cruz templaria sobre una rosa de los vientos, situada en el fondo, son otros dos ‘guiños’ de Monteiro.
El pozo está conectado con grutas laberíticas que desembocan en un jardín fantasmágorico rodeado por un lago, y junto a la capilla de la Santísima Trinidad, el espectacular palacio. Mescolanza de estilos, desde el gótico al neomanuelino, rematado por una torre octagonal. Pero la Quinta ofrece muchísimas más cosas al visitante. Una por encima de todas: se divertirá como un niño.
Vía|Mundocity