El monte gurugú (curiosa nomenclatura), ha sido durante muchos años, una de las atracciones del Parque de María Luisa, más visitadas, en Sevilla. ¿Cómo es posible que en esta ciudad haya montes? ¿Y cómo llegó hasta ahí? . Preguntas que tienen respuesta.
El ‘montecito en cuestión’ (puesto que no supera la veintena de metros), fue colocado en el citado parque, propiedad de los duques de Montpensier hasta 1893 (año en el que el recinto pasó a la ciudad), coincidiendo con la Exposición Universal de 1929, por lo que , este año, está de aniversario puesto que se cumplen 80 años nada más y nada menos desde que se instaló en una de las zonas del parque más intrincadas.
Rodeado de una vegetación casi tropical, el ‘gurugú’ fue restaurado recientemente por el Ayuntamiento sevillano, que se gastó una cantidad importante de dinero para restaurarlo, imprimiéndole un aspecto parecido a antaño. De hecho, el túnel que lo rodea, por donde pasaba un ‘trenecito’, se ha habilitado para carril-bici.
Lo más llamativo del ‘gurugú’, cuyo nombre procede del macizo melillense situado en la sierra de Nador, y que fue escenario, a primeros del XX de los combates entre las tropas españolas y rebeldes rifeños, es sin duda, el mirador que existe en lo más alto desde donde se puede observar buena parte del parque, especialmente la Plaza de España y algunas de sus glorietas. La cascada termina en un pequeño estanque, donde antaño había patos y no era raro ver algún que otro pavo real.
La verdad es que el Parque María Luisa encierra muchas sorpresas: estanques, pabellones, museos…
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