Al sur de Beijing, la capital china, se sitúa en el mapa, una ciudad que guarda un pasado imperial de esplendor. Se trata de Guilin, centro económico y cultural durante varias dinastías y que encierra paisajes sorprendentes como estos arrozales situados en las faldas de las montañas. Una obra humana de enormes dimensiones.
Aunque da la impresión, a simple vista, que es un fenómeno natural, lo cierto es que estas laderas, innumerables en los alrededores de Guilin, fueron cultivadas siglos atrás por los propios campesinos. Plantaciones de arroz que bañan el paisaje de formas y colores diversos. Desde el verde, predominante en época del cultivo hasta los marrones y blancos que tiñen estas formaciones calizas, en época de recolección.
Para contemplar esta impresionante obra humana qué mejor que hacerlo a través de un crucero por el rio Li hasta el pueblo de Yangshuo, a cinco horas de navegación. Podrá obtener vistas privilegiadas. Los barcos parten de los muelles junto a la colina ‘Trompa de Elefante’ . Durante el trayecto tiene la oportunidad de contemplar el canal lingqu, el más antiguo del mundo.
Aún así, Guilin ofrece otras interesantes visitas. Por ejemplo, las dos pagodas gemelas Riming Shuang Ta, de 40 y 35 metros de altura, cada una de ellas.
La torre dorada es la más alta de las dos, y preside la orilla del lago Shan hu, que junto al Rong Hu, comunican la ciudad.
Y si se acerca a esta ciudad, no puede dejar de probar algunas de sus especialidades como los característicos fideos chinos o el vino de sanhua. En la plaza central se concentran la mayoría de estos restaurantes, muy apropiados para ‘calentar el estómago’.
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