Si contrata uno de esos vuelos de bajo coste, llegar a Lyon, una de las principales ciudades francesas, puede ser coser y cantar. Hay vuelos directos, desde Madrid, que la unen a esta bella localidad, eterna rival de París.
Lyon es tradicionalmente una ciudad ‘entre dos aguas’, o mejor dicho entre tres. Dividida por el cauce de dos ríos: el Ródano y el Saona, y por el Beaujolais, éste último se puede divisar desde los múltiples restaurantes existentes en la zona. Pero también, Lyon está presidida por dos colinas: Fourvière y Croix-Rousse. Esta peculiar geografía le ha conferido un encanto especial, un reclamo más para el turista.
Desde Fourvière, y mediante un funicular obtendrá una magnífica vista de la basílica y de la Torre Eiffel, (Lyon no podía ser menos), y podrá admirar el teatro romano, una de las joyas arqueológicas de la localidad, considerado el más antiguo de la Galia y cuya excelente acústica lo han convertido en escenario principal de festivales musicales.
Tras descender de Fourvière, nos topamos con el Vieux-Lyon (viejo Lyon). Totalmente reformado, esta parte del corazón de la ciudad posee uno de los tesoros de los lyoneses: los traboules, interminables pasadizos (hay 230 contabilizados), que recorren prácticamente todo el casco viejo y que los residentes utilizan para atajar en sus desplazamientos. Como también lo hacen mediante los taxis ecológicos que circulan por las orillas del río y que puede contratarse en la Plaza de Bellecour de la Presqui´le.
Esta plaza es la más grande de Lyon y la cuarta de Francia, y es el ecuador de la zona más comercial. Ahí se encuentran lo comercios más exclusivos y el tradicional mercado de libros antiguos.
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