Aunque la capital de Australia no es Sidney sino Camberra, el sentimiento más generalizado, incluso entre los propios residentes en aquel inabarcable país, es el de considerar a Sidney como la capital verdadera, y lo es por no pocas razones.
Sidney es la mayor urbe de Australia y la de mayor densidad poblacional, y fue la ciudad que fundaron en primer lugar los colonos procedentes de Inglaterra. Pero es mucho más. A pesar de encontrarse en las antípodas, esta metrópoli es una de las más influyentes del mundo y alberga el corazón empresarial de esta parte del continente. Rodeada por un vasto desierto, esta peculiaridad no ha sido óbice para que se convirtiera en colonia del imperio británico.
Con posterioridad, hasta Port Jackson arribaron presos convictos que construyeron carreteras y edificaron la actual Sidney, que se ha convertido en todo un ejemplo de cosmopolitismo, en donde confluyen las más diversas culturas, y los paisajes urbanos más sorprendentes.
Desde la maravillosa ensenada que baña la ciudad, y desde donde podría arrancar una posible ruta de viaje a bordo de algún transbordador, se puede admirar el Puente Harbour, construido en 1932 y que presumió de ser el puente en arco más grande del mundo durante muchos años. Para admirar toda su belleza hay que subir unos 1.300 escalones pero merece la pena.
Al otro lado se encuentra The Rocks, un barrio tradicional que fue reconstruido en los años setenta y que rodea al puerto. Si seguimos los pasos hacia el sur, llegamos al centro, donde se encuentran edificios característicos de la época victoriana como la galería comercial Queen Victoria Building. Cerca, otro atractivo más en esta ciudad: el barrio chino. Inmigrantes se asentaron en la ciudad, creando su propia zona residencial en el que sobresale el denominado Jardín Botánico de la Amistad.
Y por supuesto, no puedo dejar de mencionar la Opera House. La silueta más famosa de Sidney y el emblema del país junto con el canguro. Ideada por el escandinavo Jorn Utzon, la obra fue polémica desde el principio. Tras siete años de rencillas, y tras abandonar Utzon el proyecto, se culminó en 1973. Ahora, representa el espíritu de una ciudad que sigue viva.
Vía| Voyager Guide