MI NOCHEVIEJA EN VENECIA

27 diciembre, 2008
Fotografía: wenzday01

Fotografía: wenzday01

Yo vivo a dos horas de Venecia y llegar en tren no es un problema, tampoco para Nochevieja, con poco dinero y aunque no hayas reservado nada. No me acuerdo si fue para el 1998 o para el 1999, ¡y no me pregunten por qué no me acuerdo! 

Está de hecho que me di cita con mis amigos de chat a una cierta hora en la estación de trenes de Mestre. La verdad es que ya los había conocido, siempre en Venecia para carnaval, pero esto ya os lo cuento otra vez, aunque tampoco eso me acuerdo mucho, ehm, ehm…

Fotografía: Alex 77

Fotografía: Alex '77

Bueno llego a la estación y alguien se me echa encima de la espalda, era uno de mis amigos. Estaban todos locos, sea mis amigos que toda la gente que iba por Venecia y encima hacía un frío bestial. Nos encaminamos por los puentes, pá riba y pá bajo, nuestro destino era llegar a la Plaza San Marcos, sólo que tardamos algunas horas en llegar.

El motivo del retraso fue que había demasiada gente por la calle y no se podía caminar. ¿Tienen presente una de esas películas de alienígenas que al final se ven a todos los pueblos del mundo y de todas las religiones juntos rezar? Pues era más o menos así. Había gente de todas las naciones y eran todos amigos de todos. Todos que te paraban para ofrecerte de beber gratis.

Fotografía: poluz

Fotografía: poluz

Yo no se cuantos brindis hize y cuantos besos y abrazos me llevé de chinos, japoneses, franceses y quien sabe aún de donde. Propio yo que no bebo nunca, sólo para Navidades, y con lo que bebí me bastó para todo el año. También comí gratis, se iba de local en local a comer y beber. Y siempre pá riba y pá bajo entre puentes y calles estrechas. Y es que no lograbas hacer 5 pasos sin que nadie te detuviera para brindar o darte las felicidades.

Por fin llegamos a la plaza de San Marcos, tan repleta de gente que estuve media hora parada sin poder moverme, entre mi y la demás gente no había ni un centímetro de espacio. A momentos me da un ataque de nervios.

Fotografía: Topo .

Fotografía: Topo .

Llegó la media noche y yo estaba aún ahí apretada y encima tenía miedo de perder de vista a mis amigos. Me enteré que eran las doce sólo por el jaleo. Las campanadas casi no se oían, estaban cubiertas por el sonido de Dios sabe cuántas botellas que se estaban destapando, por el ruido de los petardos y por el castillo de fuegos artificiales.

La vista nublada por montones de tapones que saltaban y por el humo de los petardos y de los fuegos artificiales, la espuma que te llegaba por todas partes, toda apretadita y pegajosa, la gente que te ofrecía de beber, todos que te besaban y abrazaban…

Fotografía: conallob

Fotografía: conallob

Pero no importaba que estaba mareada por la tanta gente o por lo que bebí, tampoco importaba que no me podía mover ni de un centímetro o que todos me ensuciaran con la espuma de las botellas. No importaba en que idioma hablabas o a cual Dios rezabas, que fueras guapa y flaca o fea y gorda. Esa noche eran todos amigos de todos y yo ví por primera vez al mundo unido en un abrazo fraterno.

Las primeras luces de la mañana molestaban mis ojos, las calles vacías y en el suelo los restos de la fiesta. Fuimos a un bar a tomar el desayuno y luego me volví a casa con el tren y me dormí. Y a lo mejor esto fue sólo un sueño…