Ayer martes, 11 de noviembre se convirtió en uno de los días más esperados para la gente del Bierzo, y otras partes del noroeste español, se trata del Magosto. Tradición que parece proviene de los pueblos celtas y que se han ‘españolizado’ por así decirlo, utlizando para ello un producto bastante típico en estas fechas: las castañas.
Llegado el otoño y con los primeros fríos, las castañas suelen reposar en los montes, ofreciéndonos una estampa de color y olores que invitan a participar de la fiesta. Muchas familias, pero cada vez más foráneos que quieren disfrutar de esta costumbre, se acercan hasta los bosques para recolectar las castañas que, pronto, serán asadas en el fuego, junto con otros productos que da la tierra, como chorizos, churrasco y un buen lacón.
El Samhaim, celebración celta muy popular en países como Irlanda, también arraigaron en los pueblos del Norte, aunque haya evolucionado, con la intención de que el Magosto se convierta en una excusa para reunirse con los más allegados alrededor de las hogueras.
Si acude a una de estas citas, no olvide que es fundamental llevar un buen cesto para recoger las castañas, y seguro que si se presenta con una botella de vino, el éxito estará garantizado.
Una fiesta que está igualmente muy conectada con el Carnaval. “Durante los días de carnaval, los muertos salen de su espacio de residencia, el espacio salvaje, para invadir el espacio urbano; por el contrario, el día de las castañas, los vivos dejan el espacio urbano para invadir el espacio salvaje que es el de los muertos”, recoge el antropólogo Manuel Mandianes en su blog.
Y acompañado con gaitas y otros cánticos celtas, la fiesta puede ser un éxito. Seguro que repetirán.